Largo es el territorio de Chile, y larga es su tradición de cómics e historietas. ¿Cuándo empezó todo? Si miramos atrás, podríamos remontarnos muchos siglos con el arte rupestre del país, pero en «Silencio, se viaja», vamos a ubicar ese inicio a principios del siglo XX.
Lamentablemente, en este acercamiento muchos van a ser los autores y personajes que se van a quedar en el tintero, nunca mejor dicho. No obstante, por muy breve que sea, creemos que aun así merece la pena echar un vistazo al pasado y el presente de este noveno arte chileno.
Personajes inolvidables del cómic chileno
El primer nombre destacado en el cómic en Chile fue Federico Von Pilsener, personaje creado por Fray Pedro Subercaseaux, bajo el seudónimo «Lustig» («Divertido» en alemán), y publicado por primera vez en junio de 1906. A través de este personaje de origen alemán, las historietas trazaban una caricatura del chileno medio de principios de siglo. El origen teutón de Von Pilsener le daba a Lustig carta blanca para la ironía y el estilo profano.
Entre 1908 y 1960, la editorial Zig-Zag comenzó la publicación del semanario infantil «El Peneca», que recopilaba historietas nacionales. En 1948, la misma editorial lanzó el semanario «El Cabrito», con un formato similar a «El Peneca». Posteriormente, periódicos como «La Estrella de Valparaíso», «El Diario Ilustrado» o «El Mercurio» comenzaron a publicar tiras, e incluso suplementos dominicales a color, de cómics tanto chilenos como internacionales.
Pepe Antártico fue otro de los grandes clásicos pioneros del cómico chileno, con su carácter ligón y señorito. Hizo su debut en el tabloide «Las Noticias de Última Hora», de la mano de su creador Percy Eaglehurst en 1947, y se publicó durante más de 40 años casi ininterrumpidamente en el periódico «La Tercera». Actualmente se publica en el diario «La Cuarta».
Pero si hay que destacar un nombre en la historia del noveno arte de este país, ese es el de Condorito, el personaje más popular y que más fronteras ha cruzado en Latinoamérica desde su primera aparición en 1955. El protagonista es un cóndor humanizado que vive e interactúa con humanos reales. Hoy día sigue vendiendo ejemplares en quioscos y librerías, e incluso tiene su página oficial, su propia app y sendos perfiles de Facebook y Twitter. En este ameno minirreportaje nos cuentan su historia:
El auge de los monográficos y los álbumes de historietas alcanzó su cumbre desde los años 50, con las revistas satíricas «Pobre Diablo» y «El Pingüino», hasta los años 60, con otras como «Rocket» y «Mampato». Esta última dio nombre a otro personaje mítico de la historieta chilena, Mampato, publicado entre 1968 y 1977. Creado originalmente por Eduardo Armstrong y dibujado a caballo entre Óscar Vega, «Óskar» y Themo Lobos, Las fantásticas aventuras de Mampato hacían gala de una imaginación y una documentación real extraordinarias.
Muchas fueron las historietas que se hicieron un hueco en el olimpo chileno del noveno arte. No podemos dejar de mencionar el cómic chileno de culto El siniestro Doctor Mortis (en este enlace hay varios ejemplares, incluyendo el número 1), u otros como El Jinete Fantasma o El Intocable, que deleitaron por igual a niños y no tan niños.
Decadencia y resurgimiento
Fue 1973, con el golpe militar de Pinochet, el año que marcó la decadencia definitiva de estas publicaciones, al ser muchas de ellas consideradas subversivas por el régimen dictatorial que devastó el país social, económica y culturalmente. La crisis editorial arrasó con muchas publicaciones clásicas y otras que apenas estaban dando sus primeros pasos.
En los 80, y bajo un contexto político opresivo, el movimiento fanzinero universitario cobró especial importancia con pequeñas ediciones de revistas para adultos como «Matucana», «Ácido», «Bandido» y «Trauko». Los 90 y los 2000 fueron los años donde se consolidaron el fanzinismo, las grandes novelas gráficas y la autoedición, de clara influencia europea, pero también propició la fuga de talentos a mercados de paraísos comiqueros como el de EE.UU.
Hoy día, los nuevos canales digitales en internet han fomentado la aparición de talentos emergentes como Amancay Nahuelpan, Matías Ospital, Victoria Rubio o colectivos como Lucerna. Además, Chile acoge festivales de referencia como la Comic Con, y otros emergentes como Valpocomics, y cuenta con galerías específicas como la Galería PLOP, nombre que homenajea a Condorito.
La presencia del cómic en Chile es tal que incluso la capital, Santiago, cuenta con el Parque del Cómic en San Miguel. Es una industria consolidada, con tiendas especializadas en prácticamente todo el país y un prestigio creciente gracias a autores como Maliki, Hervi o Alberto Montt, de cuya página de dibujos hemos extraído esta viralmente famosa tira como despedida: