Santa Fe es una de las principales zonas donde están afincadas las sedes de las corporaciones y empresas más top de México. Allí se encuentran los salarios más elevados y una calidad de vida que pocos se pueden costear. Este cinturón de lujo y tiburones de los negocios, protegido como un búnker con cámaras y guardias de seguridad a cada paso, contrasta con muchas zonas circundantes como Cuajimalpa o Santa Fe, el pueblo originario, uno de los más antiguos de México, y con un perfil totalmente diferente al que dibujan los rascacielos del corporativo. Y si de dibujar se trata, en esta ocasión me gustaría hablar de los murales en la Carlos A. Madrazo, una colonia de Santa Fe que sigue luchando para evitar ser engullida por las operaciones inmobiliarias que apuestan por la verticalidad. Merece la pena echar un vistazo a una de las zonas más ignoradas de Ciudad de México.
La cultura como arma de resistencia
La colonia Carlos A. Madrazo fue lugar de tránsito y asentamiento de Vasco de Quiroga, quien en 1532 fundó el hospital de Santa Fe, el primero de Latinoamérica, y dedicado a atender a los indígenas. Reprodujo este modelo de atención sanitaria en varios lugares más de México, especialmente en el estado de Michoacán, y se ganó el afecto de los indígenas. Aún hoy día se venera su figura, y dicho hospital es un centro social, en pleno corazón del pueblo:
La iglesia de Santa Fe es también una de las más antiguas de México:
Como hemos dicho, el Santa Fe corporativo contrasta enormemente con su zona conurbada. Es habitual encontrar edificios de lujo y/o empresariales a escasos metros de zonas deprimidas. En muchas de ellas, incluso, existe una valla que las separa entre sí, para evitar el tránsito de pobres hacia la zona rica. Y es que la historia y la estructura social de México siempre han estado tejidos de hilos de colores extremos.
Mientras que nada parece detener la expansión de la zona corporativa, el caso de la Madrazo es un foco de resistencia ante este avance. La coalición de partidos de izquierda de finales de 1981, que originó el antiguo PSUM, marcó el inicio de esta resistencia. Había una orden de desalojo y demolición de la zona, pero los vecinos entraron en litigio y se ganó el recurso. Fue en 1982 cuando empezó a gestarse la idea de conformar el Colectivo Mur-Art, que establecieron su sede en la colonia:
Los artistas de Mur-Art comenzaron a realizar murales en toda la Delegación Álvaro Obregón, que para que nos entendamos es el área madre que contiene a Santa Fe y otras colonias. Uno de los destacados miembros es el maestro muralista David Castillo Celis, que junto con otros maestros (Aniceto, Omar, Marcos, Ricardo, Rodrigo, Carlos, Uriel, Raúl, etc.) han dejado su impronta en varios murales. ¿Y qué es un mural? Es una historia sobre un muro, ni más ni menos. En ocasiones se confunde el grafiti con el muralismo, pero son cosas totalmente distintas, y más aún tratándose de México, el país del muralismo.
Las principales técnicas que manejan son:
Pincel
Esta técnica es la básica, y la principal herramienta que comenzó a emplear dicho colectivo. En la sede delegacional de la Álvaro Obregón podemos encontrar muchos murales hechos con trazos de pincel. Uno de ellos homenajea el hermanamiento del colectivo con Colombia:
Mosaico
Mur-Art, pioneros en el movimiento muralista de la Álvaro Obregón, también se han aventurado en realizar murales con técnicas de mosaico, ya sea con azulejo cortado, con cerámica, con vidrio, conchas, etc. Esta técnica requiere ante todo paciencia, mucha paciencia. Además de las siguientes fotos, os dejo la vista en Street View del que posiblemente sea el mural de mosaico más grande de México. En uno de ellos también han fusionado la técnica de pincel con la de mosaico:
Esgrafiado
Llegamos a la técnica más compleja y particular de todas: el esgrafiado, una técnica que representa murales en relieve, mediante una especie de cemento o concreto que consta de varias fases de aplicación. Primero, se fija una malla de gallinero en la base, luego se aplana con arena y concreto y después se aplica una capa de 3 cm de arena sílica (lo ideal es usar arena de río, como hacían originariamente los aztecas, pero es muy complicada de encontrar y cara). Esta última capa se puede volver a capear, pero solo dispondremos de unas 4 horas para hacer el mural, ya que a partir de ese tiempo, la arena sílica se seca como una piedra y ya no podremos moldear nada sobre ella. Los murales en la Carlos A. Madrazo más importantes están realizados en esta técnica, y existe un proyecto de prolongar el corredor de arte por la Avenida Vasco de Quiroga.
Tuve el privilegio de estar en el taller del Colectivo Mur-Art, y me mostraron su trabajo desde dentro, incluyendo el boceto de una obra de esgrafiado, que al momento de enseñármela estaba en proceso:
El local está presidido por este mural homenaje al muralismo (un meta-mural), también de su autoría, que merece la pena analizar (pulsa para ampliar):
A la izquierda, tenemos a gente normal que está pintando un mural en la calle. Las cuatro figuras grandes corresponden a José Vasconcelos y los grandes muralistas José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Diego Rivera le está extendiendo unos pincieles a un muchacho de la calle, como salvación a su situación de calle y su apendejamiento. Este muchacho está amarrado por un demonio-gárgola que se ríe de él, ante la imposibilidad de que pueda salir del agujero vital en que se encuentra. Junto a esa gárgola están los políticos, dando la espalda al muralismo. Y junto a ellos, la mano de más arriba, que controla a todos como títeres. El títere (se aprecia menos porque está tapado por la máquina de serigrafía) es un adicto a la mona (algodón o tela empapada con pegamento) y no tiene escapatoria… salvo el muralismo.