Ahora que ha pasado el Día Internacional del Trabajo, es un buen momento para dar un pequeño vistazo al tema de los sindicatos en México. Mi curiosidad por este tema viene por la celebración de la Santa Cruz, cada 3 de mayo, algo íntimamente relacionado con el día del trabajador del primero de mayo.
Cada 3 de mayo, los albañiles de todas las obras que hay en México dedican su jornada laboral a dar las gracias y pedir protección en su trabajo. Lo hacen instalando una cruz en un altar en el propio lugar de la obra, y los patrones están obligados a organizar una comida en honor a sus trabajadores.
Me llamó la atención esta relación de patrones que rendían homenaje a sus trabajadores. De ahí pasé a cuestionarme la naturaleza de la relación entre ambos, y lógicamente llegué al papel que juegan los sindicatos, no solo en el sector de la construcción, sino en todos los sectores laborales de México. Vamos a hablar un poco del tema.
Los sindicatos en México, ese mal necesario
Dicho así, puede que suene un poco extremo, pero ¿qué no lo es en México? Decimos «mal necesario» porque cuando hablamos de tipos de sindicatos en México, hablamos de entidades pueden estar al servicio del patrón o del gobierno. El sistema funciona a costa de regalar migajas de derechos a los trabajadores, pero no hay otra forma de prosperar en México si no es entrando de lleno en la rueda sindical.
Básicamente, hay dos grandes tipos de sindicatos en México:
Sindicatos blancos
Son sindicatos que ya existen y que engloban varios sectores profesionales. Estos sindicatos están al servicio del patrón. ¿Cómo es eso? Veamos este ejemplo.
Supongamos que me contrata una empresa. Somos 50 empleados. De pronto, noto que me empiezan a explotar: salario por debajo del mínimo, fines de semana, sin días libres… Entonces decido que hay que montar una huelga general. Hablo con 20 empleados que también están de acuerdo conmigo y están dispuestos a apoyar esa huelga. Como las huelgas solo pueden ser convocadas por un sindicato, ahí pueden pasar tres cosas:
- Que misteriosamente aparezca un sindicato blanco para reventar mi huelga. La empresa ha sido la que ha llamado a ese sindicato, que no necesariamente se dedica a mi sector. La empresa inscribe a un número de personas adscritas a ese sindicato como trabajadores para que todo sea legal, y que mi propuesta de huelga no prospere.
- Que yo decida montar un sindicato para asegurarme de que la huelga prosperará. Bueno, aun en el caso de superar los trámites, probablemente la Secretaría del Trabajo no me concedería la huelga, ya que alguien levantaría el teléfono para avisar a mi patrón de que estoy intentando convocar una huelga. Y en ese punto, aunque yo hubiera montado un sindicato superlegal y comprometido, la empresa siempre me superará pudiendo pagar a un sindicato blanco a tumbarme los planes.
- Que la empresa me despida. Es lo más habitual en las empresas que supuestamente no tienen representación sindical, ya que si no están dispuestos a tener un séquito de sindicalistas blancos a su servicio para doblegar a un trabajador, la alternativa es cortar de raíz ese problema e intimidar al resto que no hayan sido despedidos. Esta opción también suele ser consecuencia de los dos casos anteriores.
De todas formas, para que una empresa te contrate tiene que darte el visto bueno el sindicato (que será un sindicato blanco), así que estamos en las mismas: o bien el trabajador está a merced de la empresa, o de un sindicato controlado por la empresa.
Dado que el artículo 2 del Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo prohíbe expresamente a las empresas la formación de organizaciones para representar al trabajador, los sindicatos blancos son la opción legal para que las empresas tengan sus propios sindicatos.
Sindicatos charros
Son sindicatos que defienden los intereses del gobierno. Están amparados por la CTM, que, si bien en sus inicios tenía aspiraciones de favorecer a los trabajadores (gracias a su fundador, Vicente Lombardo Toledano), a partir de su segundo secretario general (Fidel Velázquez), formalizó el vínculo con el PRI, el partido que siempre ha gobernado (que incluso ha gobernado cuando estuvo en la oposición en el periodo 2.000-2.012).
Además de la CTM, existen otras agrupaciones de sindicatos, como la CROC o la CROM, que son muy similares, pero que también incluyen al colectivo de campesinos (de hecho, la CROM es el antecedente de la CTM).
¿Cuál es la función de los sindicatos charros? Hay una sinergia entre los sindicatos charros y los blancos, llegando a mezclarse ambos conceptos, pero no son exactamente iguales. Los sindicatos charros otorgan privilegios a todo aquel que se afilia a ellos, desde privilegios políticos, a promesas de puestos directivos específicos, etc. Lógicamente, ningún afiliado a un sindicato charro sería capaz de morder la mano que le alimenta, así que es la mejor forma de mantener callado (y vivo) a un trabajador es afiliarlo automáticamente a un sindicato charro al contratarle.
Pero los sindicatos charros no solo ejercen influencia a nivel individual. En época de elecciones, los sindicatos charros convocan a todos los afiliados a apoyar a su partido político (es decir, el PRI) a cambio de promesas de mejoras laborales que posiblemente nunca llegarán. En ese caso, los sindicatos tampoco pierden, porque al tener el control de los trabajadores, pueden despedirlos a voluntad.
¿Entonces, qué?
La pregunta lógica sería: ¿existen sindicatos que realmente velen por los derechos de los trabajadores, por encima de intereses del gobierno y de los patrones? Es decir, ¿existen los sindicatos independientes? En una palabra, no. O mejor dicho, no hay cabida para ninguna iniciativa laboral que beneficie al trabajador. Sin ir más lejos, las últimas huelgas generales que consiguieron algo en México fueron la de Cananea en 1.906 (sector minería) y la de Río Blanco en 1.907 (sector textil), hace más de cien años. Ambas fueron precursoras de la Revolución Mexicana de 1.910, y en pocos años ya existían sindicatos que beneficiaban al gobierno, como la mencionada CROM.
Así que no es de extrañar que la actitud de muchos sea de desencanto ante las perspectivas laborales. Muchos acuden a sus puestos de trabajo habiendo crecido toda su vida con la idea de que no hay ningún organismo que les ampare, así que simplemente van allí, hacen su trabajo, y vuelven a casa por la noche.