Mi afición por conocer tumbas de famosos comenzó antes incluso de que tuviera mi primer blog. Quedan documentadas en mi pequeña posteridad las tumbas de Houdini, Cantinflas, Machado, etc. Por algún motivo siempre he pensado que la forma en que una ciudad trata a sus muertos dice mucho de sus vivos.
En la presente etapa en México me topé casi de casualidad con la tumba de Chespirito. Fue en el Panteón Francés de Ciudad de México, cuando visité La Doctores. Este encuentro merecía una entrada aparte, por lo mucho que significó este mito.
Chespirito, más grande que su tumba
Roberto Gómez Bolaños, de nombre artístico «Chespirito» fue el creador e intérprete de mitos de la televisión mexicana como «El Chavo del Ocho» o «El Chapulín Colorado». Poco puedo añadir yo de estas series, auténticos referentes culturales de México, que han aportado expresiones y actitudes a la expresividad cotidiana de los mexicanos. Ambas series hacían gala de una fantasía y sencillez inigualable. Basta con leer los nombres de los personajes de «El Chapulín Colorado» para hacerse una idea.
La tumba de Chespirito, como comentaba, está en un discreto rincón del Panteón Francés de Ciudad de México. No es una tumba ostentosa, sino más bien un pequeño panteón familiar con un pergamino de piedra en la puerta. Aquí os dejo la imagen de la tumba y el mencionado pergamino:
Y es que, como leí en algún tuit el día de su entierro, «algo habrás hecho bien en la vida cuando te despiden de esta forma».